La iglesia cristiana se vio sorprendida cuando a través de la televisión, vio cómo un grupo «artístico» desarrollaba en la apertura de los Juegos Olímpicos París 2024, una de las más ofensivas parodias del cristianismo que se haya visto en los últimos tiempos. Si bien, como cristianos, estamos acostumbrados a la discriminación, la burla y la persecución, nunca se vio que de manera tan grotesca haya habido tanta permisividad sin la reacción de organismos que, supuestamente, defienden estas causas en las que algún sector de la población se vea afrentado. Recurrimos a cuatro voces de pastores, líderes, artistas y comunicadores sociales cristianos para intentar sacar en limpio algunas conclusiones sobre cómo suponen debería ser el accionar de la iglesia ante atropellos de esta índole.
La grotesca representación en modo parodia sobre la Última Cena, que se desarrolló en el marco de la apertura de los Juegos Olímpicos de París, desató una andanada de comentarios por parte del público cristiano, que lo sintió, de mínima, como una ofensa. Diversas voces se levantaron a través de las redes sociales para expresar descontento, enojo, consternación… algunas de ellas, con cierta furia.
Destacados comunicadores sociales esgrimieron artículos en sus medios, no solo para sumarse a la ola de repudios, sino también para trazar una línea discursiva más firme en la defensa de las convicciones cristianas ante el atropello a los valores de esta fe. Otros, optaron por conductas más pasivas, escudándose en la oración como único argumento para batallar contra la arremetida de la agenda progresista.
Vistas y analizadas estas posturas por parte de la iglesia cristiana en general, puede apreciarse dos carriles por los que los cristianos transitan por estos días respecto a lo que se podría considerar como la “defensa de la fe cristiana”. ¿Es lícito batallar dialécticamente, expresar repudios y solicitar sanciones para quienes decidieron ofender gratuitamente a la población religiosa con mayor representatividad en el mundo? ¿O deberíamos tomar una postura, quizás, más pasiva, con la oración como protagonista casi excluyente, y en la que no haya pronunciamientos?
Realizamos una encuesta abierta a través de nuestras redes sociales, la que arrojó una apabullante postura de recogimiento, quietud y en la que la frase “poner la otra mejilla” se convirtió en una especie de trending topic.
En este informe de Vida Cristiana, referentes de la pastoral, del liderazgo, del arte y de los medios de comunicación, se expresaron respecto a cuál debería ser, desde su punto de vista, el accionar de los cristianos, en particular, y de la iglesia, en general, cuando suceden estos eventos.
Sin ánimos de ser grosera ni faltarle el respeto a nadie, si vas por la calle y una persona te roza y toca indebidamente ¡reaccionas! ¿verdad? Esto es lo que sentí al ver en la transmisión de la Ceremonia Inaugural de los JJ.OO. Si alguien me toca indebidamente lo mínimo de mi reacción será en un grito fuerte de “¿qué haces?” Todo ese circo pornográfico, depravado y vergonzoso tocó íntimamente a la fe de muchas personas alrededor del mundo entre las que me incluyo. Pero no solo la parodia grotesca, sino la exposición en primer lugar de un o una menor que se encontraba en medio bailando con personas cuasidesnudas y peor aún, al lado de un hombre el cual exhibía parte de sus genitales (accidentalmente o no, debido al exhibicionismo exacerbado). Y no solamente eso, que ya es aberrante, sino que violentaron los hogares de millones de personas y los expusieron a ver escenas verdaderamente denigrantes cuando todos estos telespectadores estábamos tratando de disfrutar de un show relativo al deporte. Ninguno estaba tratando de ver una película XXX. Más aún, para quienes somos seguidores del deporte y en especial de los JJ.OO. fue tan burdo todo que los organizadores ni siquiera supieron izar la bandera de manera correcta. Lo hicieron con los dos anillos arriba y los tres abajo. Dentro de las reglas de los JJ.OO. la bandera no se puede bajar hasta que finalice el evento por lo cual, también allí cometieron un acto de violencia contra el juego en sí mismo. Todo eso a mí me provocó una profunda reacción con los organizadores que fallaron como tales.
Como cristiana yo sé que mi Dios no necesita mi defensa, pero mi fe sí necesita que la defienda de los pisoteos. Y no digo tomarme a las piñas, digo denunciar que lo que se hizo está mal y que es ofensivo a la fe con la cual comulgo, es ofensivo a Dios. No se trata de “batallar” o “solicitar sanciones” sino de denunciar el atropello. Supuestamente ese acto era “inclusivo” pero pese a que se esfuerzan en decir que no se trató de la representación de la última cena del Señor Jesucristo, las alusiones fueron muy claras y evidentes. Y si no fuera así, tal como sostienen, ¿de qué manera piensan ellos que puede incluir a los cristianos? ¿hacen inclusión excluyendo? La libertad que evocan tener en Francia, parece ser que no respeta la libertad de religión o culto. Si esa libertad fuera verdadera no necesitaría ofender y mucho menos meter por la fuerza la ideología de género progresista y diabólica.
Primera reacción como cristiana, dejar en claro que eso que sucedió ofende. Segundo, exigirle a la organización de los JJ.OO. que mida todo con la misma vara, porque hace poco más de dos semanas le solicitó a un deportista brasileño que quitara la imagen del Cristo Redentor de sus tablas de surf evocando el art. 50 de las reglas olímpicas que dice que no se puede hacer alusión a religión, política, etc. Y tercero, por supuesto que orar por ellos, después de advertirles que tales actos son abominación a Dios.
Me daba risa ver como públicamente frente a la pregunta de qué debemos hacer los creyentes una gran mayoría dijo: “orar” impávidamente. A mi mente venían las palabras de Jesús: “¡hipócritas!”, “sepulcros blanqueados”, “guías ciegos”, “¡Serpientes! ¡Camada de víboras!”… yo no me puedo cruzar de brazos ante la blasfemia. Por supuesto que no me sorprende que los malos sean malos. No soy yo quien los debe condenar, en todo caso soy quien como seguidora de Jesús les anuncie las buenas nuevas. Y orar y velar por su conversión, pero si callo frente al pecado soy cómplice por omisión. (Lizzie Sotola, periodista).
“Como cristiana yo sé que mi Dios no necesita mi defensa, pero mi fe sí necesita que la defienda de los pisoteos. Y no digo tomarme a las piñas, digo denunciar que lo que se hizo está mal y que es ofensivo a la fe con la cual comulgo, es ofensivo a Dios. No se trata de “batallar” o “solicitar sanciones” sino de denunciar el atropello” (Lizzie Sotola).
A mi entender, el evangelio no se puede limitar exclusivamente a cuestiones espirituales, sin considerar el día a día y los diferentes flancos frente a los cuales nos debemos enfrentar.
Cuando eres pastor, muchas veces tienes que aconsejar a personas que pasan por distintas situaciones y el consejo no puede ser solamente: “voy a orar”, sino que son necesarios la guía, la corrección, la indicación.
De la misma forma en la que actuamos de manera individual debemos hacerlo de manera colectiva. La iglesia ES la expresión de Dios en la tierra, y al igual que lo hicieron los profetas en la antigüedad, o el propio Jesús o Juan el Bautista, debemos estar dispuestos a hacer flamear la “bandera de la verdad” ¿Cual Verdad? La verdad del Evangelio.
Cada vez más el “progresismo” envuelto en un packaging de amor, paz y tolerancia, infiltra en el inconsciente colectivo mensajes que atentan contra la verdad del evangelio. Hace algunas semanas un pastor hizo una oración en la apertura de la Copa América y los MMC de todo el mundo salieron a defenestrarlo casi al unísono, pero ahora, podríamos decir que ninguno de esos medios se expresó frente a la burla grotesca “interpretada” en la apertura de los Juegos Olímpicos, lo cual en cierto punto me parece sensato, ya que va en la misma línea que circula el periodismo (por supuesto, con muy pocas y sanas excepciones) desde hace ya varios años.
El problema está en que han convencido a un sector de la iglesia a actuar de la misma forma, nos llamamos a silencio, un silencio que termina siendo cómplice ya que como dice el refrán “el que calla, otorga”. Y así, seguimos demostrándoles a las generaciones emergentes nuestro amor, respeto, tolerancia, pero también nuestra cobardía, tibieza e indiferencia en aquellas cuestiones que, creemos, no nos afectan directamente.
La carta de Judas (recomiendo leerla en su totalidad, es un solo capitulo con mucha riqueza a este respeto); nos anima a defender y luchar en favor de las enseñanzas que nuestro Señor nos ha dado (Judas 1:3), y se refiere justamente a la liviandad con la que muchos parecen tomar el alejamiento de Dios y una vida indiferente a su palabra.
La puesta en escena de una parodia burlona de la última cena durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, uno de los espectáculos deportivos más importantes del mundo, a la que millones de personas asisten, no puede pasar inadvertido y mucho menos el sarcástico “pedido de disculpas” que fue algo así como intentar apagar el fuego arrojando un balde de combustible.
La iglesia tiene la responsabilidad y el deber de expresar cuando algo está mal como así también cuando algo está bien, borrar la línea divisoria entre lo bueno y lo malo es un símbolo peligroso de la ausencia de Dios en la sociedad. Como supo escribir Dostoievski: “Si Dios no Existe, todo está permitido”.
Fuimos llamados a ser mansos como palomas, pero astutos como serpientes (Mateo 10:16) y hoy el enemigo está logrando que muchos cristianos se autoperciban palomas, porque la serpiente… eso es del diablo… (Alberto Savazzini, pastor).
“El problema está en que han convencido a un sector de la iglesia a actuar de la misma forma, nos llamamos a silencio, un silencio que termina siendo cómplice ya que como dice el refrán “el que calla, otorga”. Y así, seguimos demostrándoles a las generaciones emergentes nuestro amor, respeto, tolerancia, pero también nuestra cobardía, tibieza e indiferencia en aquellas cuestiones que, creemos, no nos afectan directamente” (Alberto Savazzini).
Creo que hay una diferencia abismal entre ser pacíficos y pacifistas. Los últimos buscan paz a costa de injusticias y abusos. Opto por hacerme oír porque creo que el silencio o posturas tibias son funcionales a las ofensas de este sector que pareciera contar con una especie de inmunidad moral: pueden burlarse de la fe de mucha gente, pero a ellos no se les puede cuestionar nada porque si no eres “fóbico tal o cual cosa”. Cuánto más nos expresemos, más tomaremos conciencia que somos mayoría, pero no hay que ser tibios. (Lissete Feider, pintora, artista plástica).
“Creo que el correlato de este acto de ridiculización no ha hecho más que hacernos “estrechar filas” y me parece una excelente oportunidad para comunicar de manera clara y amorosa, pero a la vez firme (con gracia y verdad) en qué creemos y cómo la cultura cristiana ha sido la generadora de cambios radicales a través de los siglos” (Celina Ortega).
En principio, destacar que estas expresiones de burla no son nuevas y no serán las únicas, pero tenemos promesa de bendición al recibirlas. Quienes asiduamente leemos la Biblia sabemos que el panorama irá de mal en peor. Sin embargo, considero que la reacción efusiva frente a la ofensa no hace más que acrecentar la burla y complacer al ofensor. Tampoco creo oportuna la callada sumisión de la sola oración, que me da la sensación de esconder una cuota de indiferencia o algo de cobardía.
Creo que el correlato de este acto de ridiculización no ha hecho más que hacernos “estrechar filas” y me parece una excelente oportunidad para comunicar de manera clara y amorosa, pero a la vez firme (con gracia y verdad) en qué creemos y cómo la cultura cristiana ha sido la generadora de cambios radicales a través de los siglos.
La ventana de oportunidad que nos ha abierto esta burla es maravillosa ya que en general todas las audiencias tienden a ponerse del lado de la víctima -casualmente por influencia de la tradición judeo-cristiana-. La cultura de occidente, aun con lo que se pueda renegar de ella, está enraizada en esos valores y la mayoría de los habitantes de este lado del planeta leemos la realidad desde esa cosmovisión.
Hoy, como si estuviéramos en la adolescencia de una época, todo parece querer rebelarse en contra de lo que nos enseñaron nuestros padres, cuestionar cómo nos han criado y negarnos a nosotros mismos no solo el “apellido” sino la herencia de la identidad, sin tomar en cuenta, como recita el Comité Olímpico Internacional es su tímido pedido de disculpas, que “a lo largo de su historia, el cristianismo ha inspirado el desarrollo humano en los campos de la ciencia, la cultura y las artes”.
A quienes pretenden ofendernos, los invito a que revisen sus propios criterios de “Diversidad-Equidad-Inclusión” que tanto promueven como valores complementarios de la Revolución Francesa (“Libertad, Igualdad y Fraternidad” – irónicamente sugeridos por un obispo francés-) cuando chocan de frente con la contradicción de no poder incluir a quienes pensamos distinto.
También es oportuno resaltar la estrategia de elección de su blanco de ataque, a sabiendas de que su vida no está en juego y entonces se permiten herirnos como quien le pega a un indefenso. (Todos recordamos con dolor lo sucedido hace unos años con los integrantes de la revista satírica Charlie Hebdo, por lo que ellos saben con quienes no meterse).
Vaya un párrafo de reflexión interna para la iglesia: Querido hermano, “no se enganche”, tiene frente a sus ojos la oportunidad de enarbolar la bandera de Jesús, como si se tratase de una minoría o de los tantos “colectivos” que existen, con el mismo orgullo que ellos lo hacen – copiémosle lo bueno – y entendamos que nuestro llamado misionero incluye no solo a evangelizar personas, sino también a evangelizar ideas, influir en las corrientes de pensamiento contemporáneo que son las que en definitiva modelan la ética y la conducta de nuestra generación.
No hay identidad sin raíces que la sustenten y las nuestras están regadas con el sacrificio de Jesús, que es el mejor nutriente para el “suelo” firme de la verdadera libertad y la ansiada felicidad que incesantemente busca la especie humana. Aún sin garantías de que será un camino fácil, Jesús resuelve el problema de la soledad, prometiéndonos Su presencia.
¡Anímate a “salir del closet” de la iglesia y encontrar la zona de impacto para la que Dios te está llamando!
Mientras el “wokismo” se presenta como un circo del ridículo, los cristianos celebremos el lema olímpico yendo “Citius, Altius, Fortius” -“Más rápido, más alto, más fuerte”- que, para terminar de encender ascuas de fuego sobre sus cabezas, fue creado por el fraile dominico Henri Didon, pionero de la integración del deporte a la educación de los jóvenes. ¡Al final, los cristianos “saltamos” en todas partes! ¡Salgamos a bendecir! (Celina Ortega, Profesora Universitaria)
Damián Sileo
Periodista argentino. Con más de 30 años de trayectoria en los medios cristianos de comunicación social. Autor del libro «El rock y el pop en la iglesia». Fundador de la Unión de Comunicadores Cristianos de la Argentina.
Es editor de VidaCristiana.com